El horror inefable de la adolescencia con jerséis de lana.

Desde poeta de madrugada hasta bailarín de claqué vespertino, intento hacer arte hasta con los pies.

Licenciado en contar el chiste del pingüino.

¿Por qué escribo? Siempre me lo he preguntado, y siempre llego a la misma conclusión: será porque me gusta. Pero se supone que hay algo más, muchos dicen que todos los tipos de manifestaciones artísticas se producen porque tenemos una necesidad de transmitir nuestro punto de vista del mundo. A mí nunca me ha convencido del todo esa versión, pero sí que tenemos una necesidad de ser escuchados, por algo somos humanos. Para mí es algo más que una acción de protesta, porque no escribo con el fin de nada tan profundo, lo hago por admiración a la belleza, fascinación por el hecho de poder crearla a través de simples palabras.

Hay quienes huyen de la realidad desapareciendo. Como escritora, quizá deformar la verdad es mi mecanismo de defensa ante el dolor desde que empecé en este mundo lleno de sin sentidos aparentes. Con mis relatos trato de hacer de la vida algo más reflexivo, más romántico, más doloroso, menos realista. Lo dijo Kafka: "La literatura es siempre una expedición a la verdad”.

​He sido, soy y seré muchas cosas. Pero lo que importa aquí y ahora es que soy escritora. Tengo mucho que deciros, pero con esto bastará. Por ahora.

Lo peor de leer es que después de todos los viajes, romances, guerras, detectives, brujas, encantamientos y desamores... Hay que volver a la realidad y vivir vidas muy diferentes a las que leemos, tal vez si la mirásemos desde otra perspectiva sería interesante, pero de momento miramos solo los fracasos.

Me gusta sonreír tanto que se asomen mis dientes

A menudo añoro mis momentos felices

Río y hago bromas de padre

Tengo la mala costumbre de procrastinar

Imagino mi vida en un valle muy lejano

No se me dan bien los cambios

Aunque, recordad que solo soy una chica, enfrente de unos lectores, pidiéndoles ser comprendida